10 de julio de 2010

El origen de la palabra "matrimonio"


MATRIMONIO HOMOSEXUAL

Las trampas de la etimología

En los espacios que los medios digitales ofrecen a sus lectores, y hasta en notas de opinión y editoriales, muchos de los que rechazan el matrimonio de parejas homosexuales porque, dicen, amenaza a la familia usan un argumento etimológico y recuerdan que la palabra latina matrimonium viene de mater.

Por Lucila Castro

En los espacios que los medios digitales ofrecen a sus lectores, y hasta en notas de opinión y editoriales, muchos de los que rechazan el matrimonio de parejas homosexuales porque, dicen, amenaza a la familia usan un argumento etimológico y recuerdan que la palabra latina matrimonium viene de mater. No veo de qué puede servirles una etimología que a todas luces excluye al pater (¿el matrimonio sería solamente para las mujeres y el del varón se llamaría patrimonium?), pero démosles el gusto y, con el mismo criterio, veamos qué clase de familia “tradicional” y “etimológica” se protege con ese matrimonio “natural” y “etimológico” que defienden como única forma posible.
La palabra latina familia deriva de famulus, ‘sirviente, fámulo’. En su primera acepción, familia significa ‘el conjunto de los esclavos y sirvientes que viven bajo un mismo techo’. Por extensión, designa al conjunto de las personas de la casa: el amo, por un lado, y la esposa, los hijos y los sirvientes, por el otro. Los dependientes de un pater familias podían ser libres (liberi) o esclavos (serui). Por eso, los hijos en general, sin distinción de sexo, se llamaban liberi, porque eran personas libres sometidas al pater familias.
Así que los etimologistas a la violeta quedan informados: una familia bien constituida debe incluir esclavos. Sin esclavos no hay familia. No es una ley todavía no sancionada lo que deben atacar, sino la antinatural Constitución Nacional, que abolió la esclavitud.
De más está decir que todas estas palabras pertenecen al lenguaje jurídico y no hacen referencia a lo biológico, a lo natural. En la comedia Captiui (Los prisioneros de guerra), de Plauto, un cautivo de origen libre que se hace pasar por su esclavo menciona inadvertidamente a su padre. Su interlocutor exclama: “¡¿Padre un esclavo?!”. En efecto, un esclavo, como recordaban los filósofos, había sido engendrado de la misma manera que un hombre libre, pero no tenía un pater porque la palabra pater denotaba una relación que solamente podía darse entre hombres libres.
Las palabras denotativas designan objetos con determinadas características (notas) que los definen como miembros de una clase. Pero puede ocurrir que la raíz del nombre, creado en circunstancias históricas y culturales determinadas, haga referencia a una nota que no es o que ha dejado de ser significativa para definir esa clase de objetos.
La palabra aceite proviene de una voz árabe que significa ‘aceituna’. Esto se entiende porque en la cultura en que esa palabra nació se cocinaba habitualmente con aceite de oliva. Pero en otras culturas, en otros lugares y en otros tiempos, se usaron para cocinar líquidos grasos obtenidos de otros vegetales. La comunidad hispanohablante conoció esos líquidos e incluso los adoptó para cocinar, y no sintió la necesidad de darles otro nombre porque todos tenían las notas que en aquel momento eran significativas para definir la clase “aceite”, que ya no eran ‘líquido graso obtenido de la oliva’, sino ‘líquido graso de origen vegetal’. Y después el significado de la palabra aceite se extendió para incluir líquidos grasos de origen animal y mineral, y hasta sintéticos, con lo que las notas distintivas de la clase “aceite” pasaron a ser simplemente ‘líquido graso’. Lo mismo pasó con la palabra de origen latino que significa ‘aceite’: óleo. En latín, oleum y oliuum son dos formas de la misma palabra, que significa ‘aceite de oliva’. Si el hecho de que ese aceite se obtuviera de la aceituna no hubiera dejado de ser significativo, no podríamos hablar, por ejemplo, de petróleo.
Estos procesos han ocurrido y seguirán ocurriendo en infinidad de palabras. Por eso, el matrimonio no exige la maternidad y para tener patrimonio no es necesario ser padre; en nuestras familias no hay esclavos y en los triunviratos puede haber mujeres; las plumas para escribir no son de ganso y no todas las herramientas son de hierro; los transatlánticos cruzan el Pacífico y los alpinistas escalan el Himalaya; las sondas espaciales aterrizan en Marte y Onán no practicaba el onanismo. Pero, para equivocarse, no hay camino más seguro que ser literal.
*Profesora de Letras y periodista,
(elserverbal@gmail.com).

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